Epílogo.

El decorado era precioso. No podía describir con palabras lo hermosa que estaba mi madre, y lo feliz que era, caminando hacia el altar. Mi padre sonreía pero podía percibir que estaba muy nervioso. La tía Melisa depositó un beso en la mejilla de mi madre antes de dejarla con papá en el altar.

Las bodas siempre me ponían nerviosa. Podía imaginar que alguno de los novios se arrepintiera  y abandonara la iglesia dejándonos a todos patidifusos. Pero mis padres estaban demasiado enamorados como para hacerse eso.

Mientras el tiempo transcurría, me imaginaba a mí vestida con un largo vestido blanco. Sonriendo mientras la famosa marcha nupcial resonaba en la playa. Siempre quise una boda en la playa. El sonido de las olas sería relajante y la suave brisa dejaría unos desperfectos en mi peinado. Pero me daría igual. Todo me daría igual en ese momento con tal de que fuese Harry el hombre que esperara en el pequeño altar sonriendo con un toque de nerviosismo, como mi padre. Yo también sonreiría, nada me haría evitarlo. Y al terminar el “sí quiero” nos besaríamos, como siempre imaginé, con ternura señalando el “ya estamos casados, que todo el mundo lo sepa”.  La fiesta de la boda también sería en la playa y, Harry y yo, bailaríamos y bailaríamos sin separarnos hasta el amanecer. Luego nos iríamos en un clásico coche de bodas hasta  el aeropuerto, donde nuestras maletas ya estarían hechas y encaminadas hacia un gran avión, en segunda clase, por supuesto. Me reiría de Harry al ver que el niño que tiene detrás no le dejaría dormir ya que se pasaría todo el viaje preguntándole las míticas cosas que los niños les preguntan a sus padres. Cuando por fin ese niño se durmiera, me recostaría en los brazos de Harry mientras nos quedamos dormidos lentamente. Amaneceríamos con la voz de la azafata anunciando la llegada al Caribe, unas largas vacaciones en el Caribe sería algo que me encantaría. El hotel olería bien, me encanta esa sensación de entrar a un hotel y que huela a vacaciones, playa, sol… me encanta. No perderíamos el tiempo deshaciendo las maletas. Ya habría otra ocasión. En ese momento lo que haríamos sería ponernos el bañador y salir corriendo a la piscina o la playa. Prefiero la playa. Nos zambulliríamos en el agua como dos niños pequeños y disfrutaríamos como tales. Sería maravilloso. Luego saldríamos y descansaríamos en la arena. ¡No! Nada de descansar, ya habrá tiempo para eso. Nos revolcaríamos en la arena mientras fingimos que somos croquetas. Eso suena mejor. Y no pararíamos de reír con nuestras ocurrencias. Luego se haría de noche. Es muy fácil perder la noción del tiempo mientras estamos juntos. Organizarían una fiesta en la playa, y Harry y yo iríamos al hotel a ponernos guapos para la ocasión. Me encantarían los vestidos que me regalaría Diana. Serían floreados y ligeros, los típicos vestidos para irse de vacaciones a una playa. Harry iría con bermudas y camisa a juego con mi vestido. Unas niñas se nos acercarían y dirían que somos muy tiernos y querrían hacerse una foto con su ídolo. Yo sonreiría mientras le saco la foto. Luego nos acercaríamos al gran chiringuito donde organizarían la fiesta y pasaríamos la noche en la playa bailando y riendo con los amigos que haríamos. Daríamos un largo paseo a la orilla del mar y nos quedaríamos sentados en la arena viendo el amanecer de nuevo. Este sería el principio de nuestra luna de miel.

Una ola de aplausos inundó la iglesia. Mis padres estaban casados. Aunque mis pensamientos se vieron abrumados por unas terribles náuseas.

Ocho meses después

-No estoy preparada para esto, Harry. ¡Tengo solo 20 años! No puedo, no puedo.

-Respira hondo, cariño. Mamá está aquí.

-¡Gracias a dios! Por favor, dile al inútil de Harry que se vaya.

-¡Oye! –gritó el susodicho.

-Harry, cielo, no estás preparado para esto. Vete.

-¡Pero es mi hijo!

-¿¡Hijo!? Será una niña, ya lo verás.

-No entiendo por qué pedisteis que fuera una sorpresa.

-Será una niña ¡Ah! –el dolor era insoportable, no entiendo por qué no adoptamos. -Harry márchate antes de que me ponga peor y empiece a tirarte todos los objetos que encuentre.

-¿Pero qué he hecho?

-¡Márchate!

Cinco años después

-¡Mirad Chicas! Papá, tío Niall, tío Louis, tío Liam y tío Zayn están llamando.

-¡Feliz cumpleaños, gemelas! ¿Estáis comiendo muchas zanahorias?

-¡Claro, tío Louis! Todos los días. –contestaron Clara y Lucy al unísono.

-Están deseando veros ya, ¿Cuándo volvéis?

-Bueno, -habló Liam, -alguien aquí, al que no voy a nombrar, ha tenido una idea genial.

-¿Ah sí? ¿Qué idea? –preguntó la pequeña Lucy.

-Chicas, asomaos a la ventana.

Las gemelas corrieron, y yo detrás de ellas, hacia la gran ventana de su habitación. Se pusieron a saltar de emoción al ver a los chicos sonriendo  mientras cantaban el “cumpleaños feliz”.

-¿Cómo es que habéis venido? Se supone que estáis de gira. –pregunté cuando terminaron.

-Y lo estamos, pero recuerda, ______, que Harry no es el único Papá-casado. –Dijo Louis.-estoy ansioso por ver a mi William.

-Y al pequeño duende junto a su madre. –continuó Niall.

-Y a Daniela con Liam Junior, que ha dicho que tiene una sorpresa para mí.

-Oh, sí, y yo a Mandy. Solo a Mandy, no estoy preparado para tener hijos.

-Vamos Zayn, ¡sabes que sí! Pronto te veremos paseando por el parque junto a tus trillizos. –todos reímos.

-Me gusta mi vida sin responsabilidades.

-Claro, Zayn. Lo que tú digas. –sabíamos que no era cierto.

Todo era perfecto, pero para que entendáis mejor la situación, os la explicaré.

No fue un niño. Tampoco una niña. Fueron gemelas y estuve dos días enteros de parto. Al año siguiente Diana y Louis querían formar una familia, pero la asustada de mi hermana se opuso a tener un niño suyo ya que no quería pasar tanto dolor como yo. Por eso adoptaron a William, además de por hacer una buena causa acogiendo a un niño sin hogar. Liam y Daniela se casaron y tuvieron a Liam Junior. María y Niall hicieron lo mismo y actualmente viven junto a su único hijo James, también llamado “duendecillo”. Es broma. Zayn se ha pasado horas llorando y bebiendo junto con los chicos al saber que Mandy está embarazada, de quintillizos. Sé que está feliz. Todos lo estamos, a pesar de que no nos podamos ver todos los días porque los chicos siguen con su trabajo. Estoy muy orgullosa de ellos y me agrada poder decir que son muy famosos aún. Cientos de discográficas les proponen contratos. Pronto se tomarán un descanso para irnos todos juntos de vacaciones.

Doce años más tarde, Liam Junior, James, William y Josh, el único hijo varón de Zayn, han formado un grupo, al igual que sus padres tienen mucho talento y les encanta cantar. Hace mucho tiempo que no los vemos por casa. Lucy está encantada con su música. Me recuerda a alguien que a los 15 años no me dejaba en paz con cierto grupito de pacotilla. Por otra parte, Clara está intentado decirle a su hermana que la deje en paz. Que no le interesa la música que hacen los chicos. ¿Otra coincidencia?

-Oye, Lucy, somos hermanas, me caes bien, pero deja de hablarme del cuarteto musical. No me gusta esa música.

-Pero… Clara…

-Seré rara y todo lo que quieras pero odio el pop. Y nadie me hará cambiar de opinión.

-Pero sí que te gustan las zanahorias, ¿verdad?- dijo alguien a sus espaldas. –Son un alimento rico en… en cosas saludables.

-Creía que eras más listo, William. –Espetó Clara dándose la vuelta para recibir a su amigo con una sonrisa.

-Y yo que no eras tan guapa, pero veo que has salido a mí.

-JA-JA. Ya te gustaría compartir genes conmigo, señorito Ego.

-Podríamos compartir otras cosas…

-Ew, eso quisieras. Si no te importa me voy, me provocas ronchas. –Se dio la vuelta y con pasos decididos abandonó el lugar, con una gran sonrisa en el rostro que no podía evitar ocultar después de ver al chico de ojos azules que pronto comenzó a robarle el corazón.

Y algo me dice que una historia se repetirá…

Fin